La lengua de la fortuna

Marcelo Díaz
< El mito> =  Si existe una tarea compleja a la hora de trazar periodizaciones esa es la de definir en qué momento un mito se consolida como tal. El mito del Dorado está emparentado con los relatos de viaje que configuraron una cosmovisión durante la época de la conquista. Bastaría mencionar el caso de Marco Polo o de Voltaire para confirmar esa idea. Un mito, según Mircea Eliade es una suerte de “historia sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los «comienzos». Dicho de otro modo: el mito cuenta cómo, gracias a las hazañas de los Seres Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea ésta la realidad total, el Cosmos, o solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una institución” (Eliade:1991: 6).  En la lógica del mito es interesante observar cómo se invierte el principio de verificabilidad en el sentido de que la narración mítica no abarca un saber de tipo proposicional sino que a la inversa del razonamiento científico lo real está presente desde un comienzo para demostrar el carácter verdadero de la historia contada. Algo que siempre me llamó la atención. Lo curioso es que el relato del Dorado funciona como un dispositivo que moviliza, en términos performativos, el viaje del conquistador. De chico en la escuela me enseñaron que el recorrido de los consquistadores era un espejo del recorrido del héroe. Cuando leí a Campbell entendí que la relación coincidía a medias, había que invertir la fotografía, en negativo digamos, para que el relato adquiriera significación. Claro que hay separación, pruebas y regreso pero de otro orden, del lado de afuera restan voces silenciadas.
Galeano explica el nacimiento del mito: es la narración del monarca bañado en oro que los indígenas fabularon para mantener a distancia a los invasores. Varios atravesaron selvas y poderosos ríos sin obtener otra cosa más que muerte y en su defecto enfermedad. Es difícil identificar el origen de la lengua del mito y ubicarlo en un pasado anacrónico y atemporal.

< Animales simbólicos>= Para  Cassirer el hombre es un «animal simbólico» ya que: “no puede enfrentarse con la realidad de un modo inmediato; no puede verla, como si dijéramos, cara a cara. La realidad física parece retroceder en la misma proporción que avanza su actividad simbólica. En lugar de tratar con las cosas mismas, en cierto sentido, conversa constantemente consigo mismo. Se ha envuelto en formas lingüísticas, en imágenes artísticas, en símbolos míticos o en ritos religiosos, en tal forma que no puede ver o conocer nada sino a través de la interposición de este medio artificial”. (Cassirer: 1968: 26) El símbolo para el hombre es un elemento que le sirve para distinguirse de los otros animales y es un instrumento que le sirve para manipular y desenvolverse en lo real. El símbolo construye una especie de coraza, una prolongación del cuerpo humano que funciona como un puente entre la realidad y el hombre. Por eso se me ocurre revisar el significado de los símbolos que acompañan el relato del Dorado: oro, barro, viaje, El Dorado.
Para Cirlot el oro significa el tesoro escondido o difícil de encontrar, es una representación de los bienes espirituales y de la iluminación suprema, simboliza lo superior. Eldorado es el símbolo de la vivificación solar o del rey como descendiente de la deidad que resplandece en el cielo y a veces, en forma casual, se lo ha identificado con las costumbres de las comunidades de Colombia y Ecuador, que consistían en recubrir de oro al monarca de cada tribu antes de bañarse en las aguas del lago Guatavita. El viaje simboliza la aspiración del anhelo nunca satisfecho y por alguna razón, esta lectura que proviene de Jung, coincide con una ambición infinita. Se me ocurre pensar que así como el oro está en una esfera superior del universo, el barro (también un símbolo en sí), como contrapunto, se le aparece al conquistador como una constatación, o confirmación, de la única materia real.

<Herzog>=  En 1972 Herzog estrena Aguirre, der Zorn Gottes . Curioso cómo la imaginación , los usos de la ficción, retoman los documentos y las crónicas para re-pensar y volver a narrar, en clave de épica trágica, el recorrido del explorador que pierde la razón en el corazón de la selva amazónica. Recuerdo que una película animada de Disney también retoma el mismo relato pero con un final diametralmente diferente. Recuerdo, además, que el Candido de Voltaire pasa una breve estadía en un mundo que se sostiene por sí mismo, una sociedad idealizada que acompaña la representación del buen salvaje quizá construida por las primeras crónicas escritas. Asoma Moro y su utopía renacentista. Pienso, así, en el Dorado como un relato multiforme que se actualiza en nuestra cultura y tradición de diferente maneras.

<Los sueños de la imaginación también producen monstruos>=  Entiendo por imaginario un estado de la imaginación colectiva. Mediante este concepto se llenan espacios en blanco de la imaginación de una sociedad dada en un momento de su propia historia. De esta forma el relato se actualiza y transmuta como si fuese una especie de Proteo. Galeano, por ejemplo, propone que el sueño del El Dorado comienza a hacerse realidad 1545, con el descubrimiento de Potosí, y persiste a través de la historia hasta terminar en el american dream. Siempre como una imposibilidad antes que como un hecho. A cambio: restan miles de nativos eliminados por completo del mapamundi. El idioma de la buena fortuna definitivamente no es hablado por todos.<That's all folks.>

Biblio de consulta:

Campbell, J., El héroe de las mil caras, México, Fondo de Cultura Económica, 1972.
Cassirer, E., Antropología filosófica,
México, Fondo de Cultura Económica, 1968.
Cirlot, J., Diccionario de símbolos, Madrid, Siruela, 2006.
Elíade, M., Mito y realidad, Barcelona, Labor, 1991.
Galeano, E., Las venas abiertas de América Latina, Buenos Aires, Siglo XXI, 1971.
--------, Memorias del Fuego, Madrid, Siglo XXI, 1991.