Ruby

Fernanda Mugica
I.

    Ruby baila en Dixit Bar. Pero en vez de bailar, piensa. Mira la bola de espejos. En su universo, ese objeto esférico que refleja luz en varias direcciones, y que está cubierto con cientos o miles de pequeños cortes de vidrio espejados, se llama mirrorball. Ruby se pregunta cuál será la palabra en francés para mirrorball. Normalmente, una bola de espejos se cuelga sobre la cabeza del público desde un dispositivo que la hace rotar continuamente en un eje vertical. Hoy es noche de djs locales. Ruby siente los miles de espejos girar justo encima de su propio eje. Pide un Jägermaster con Red Bull. No se anima a llamarlo Jägerbomb.

    Ruby nació en Jersey, una dependencia de la Corona Británica ubicada en el canal de la Mancha, al oeste de las costas de Normandía, en Francia. Su padre es argentino. Lo bueno de las bolas de espejos, piensa, es que no tienen nada que esconder. Ruby se pregunta siempre cuál será la palabra en francés para todas las cosas.

    La bola de espejos más grande del mundo fue instalada al aire libre por el artista Michael Trainor en Blackpool, Inglaterra, en el año 2002. La estructura, bautizada como They shoot horses, don't they? en referencia a la película homónima de 1969, fue construida por una compañía de ingeniería de Oldham, Gran Mánchester, e incluía 46.500 espejos.

    Ruby baila hipnotizada y perpleja. Hay sustancias que vuelven más intensa la fascinación del lenguaje. Ruby intenta pronunciar la ü francesa en Red bull. Después de todo, piensa, los franceses también llaman a las papas fritas french fries. Esa noche, Ruby sueña con una bola de espejos mutilada, a la que le falta una porción. La bola gira y gira, para que los rayos se refracten en todas direcciones, a mayor velocidad que las demás.

    La distancia entre el puerto más austral de Jersey y Saint Malo es de 36,99 millas. En 1764, colonos franceses que provenían de Saint Malo se establecieron en el territorio hoy conocido como Falklands o Islas Malvinas (en francés, Îles Malouines). Ruby encuentra una singular felicidad en llamar a las cosas por su nombre.



II.

    Irún es un pueblo de la frontera entre Francia y España. La estación de trenes es oscura y plana, y los carteles están escritos en euskera, pero las salidas se adivinan, y también las demás cosas indispensables. Los trenes siempre llegan a horario. En la estación, hay un hombre que pide, por su fisonomía, ser fotografiado. El euskera es una lengua aislada, es decir, es la única que puede considerarse como miembro de su propia familia. Quizás no es el hombre sino su sombrero, y su tapado largo hasta el suelo, lo que hace pensar en actividades entre paranormales y detectivescas.

    -¿La salida es allá?  ̶ pregunta.

    Nadie sabe cuántos sonidos hacen falta para reconocer un acento. Pero, en todo caso, la respuesta de Ruby es sí.

    ̶ Es que no dicen nada los carteles.

    En español, ‘irteera’ no significa ‘salida’, sino ‘salida del País Vasco’. Pero un cartel es algo que siempre puede entenderse. Hay un momento fundante en la vida de algunos hombres, y es el momento en que se les hace imprescindible corroborar que no existen para el vocablo ‘esperanto’ distintas acepciones en las diferentes lenguas. Entonces, recurren a Wikipedia. Se encuentran con artículos como éste:



    Aún así, pueden seguir durmiendo. Los arabescos los llevan a soñar con guirnaldas. Un noventa por ciento de las veces sus sueños son vanos, y despiertan desconformes con los avatares de su libre asociación.

    Irún es un municipio de Guipúzcoa, en el País Vasco. El tren tiene mucha importancia en esta zona, por su carácter de paso fronterizo. El hombre del tapado y el sombrero pregunta:

    ̶ ¿La salida es allá?

    Nadie sabe cuántos sonidos hacen falta para reconocer un acento. En todo caso, la respuesta de Ruby es sí, aunque no está segura: el País Vasco es español y le Pays Basque es francés, piensa. No sabe cómo se llama este país en euskera.


III.

    Ruby disimula. No es la primera vez. El sonido del ventilador no vuelve el ambiente menos sofocante. Entonces, se ilumina: busca el playlist de Perry Farrel. I met a girl / who'd never had / an orgasm. Un rubí es un cristal filoso, más duro que el acero, de color rojo y brillo intenso. Antoine le masajea las pantorrillas blancas, desproporcionadas respecto del resto de su cuerpo, y Lou le muerde, al mismo tiempo, el lóbulo de la oreja. La recorren. Ruby es un territorio inexplorado: entre Lou y Antoine no hay ninguna guerra. Ruby es una piedra preciosa de mucha estima, de cristal sonrosado, de color más o menos subido, en función de los óxidos de metal que contiene. Las guerras hacen a los hombres quererse de maneras confusas. Ruby suspira y no quiere escuchar. Lou y Antoine hablan diferentes lenguas. Ruby es fría, Ruby no es ningún diamante en bruto: tiene muchas caras, es frágil y al mismo tiempo puede lastimar. La primera penetración de Ruby es doble; se sorprende porque no siente, casi, ningún dolor.

    Las Islas Malvinas se sitúan frente al litoral patagónico-fueguino, en la misma latitud que Río Gallegos, sobre el mismo paralelo que pasa por Puerto Argentino, capital de las Islas, aproximadamente a 787 km de distancia de esa población, a 705 km de Río Grande, a 960 km de Comodoro Rivadavia, a 1.800 km de Buenos Aires, y a más de 12.700 km de Londres.

    Un hijo es siempre una isla.

    Ruby viaja. Busca. Una constante, quizás. O un padre. Una biblioteca, una forma de leer, la digitación para tocar en el piano un tema que ya no recuerda. (definir lo reprimido como una tierra extraña interna, al modo de una embajada que, si bien pertenece al territorio del país donde está el edificio, simultáneamente pertenece al país que representa. un elemento extraterritorial dentro del propio territorio). Ruby busca una manera de pronunciar su nombre. (un grano de arena en el centro de la perla. Una tierra extranjera externa a uno mismo). Ruby se sabe un territorio ambiguo. Sabe de algo oscuro en todos los paisajes, algo que no puede reducirse a mapas, a simple geografía. (la única diferencia entre una lengua y un dialecto es un buen ejército). Ruby piensa que nombrar un territorio, a veces, puede significar destruirlo. (los trenes nunca llegan a horario en los países de la lengua materna). Ruby sabe que una frontera se cruza o para buscar refugio, o para huir de él (un padre es siempre un conquistador). Una frontera se cruza siempre por motivos nobles. Ruby quiere, ahora, llamarse ‘Isla’ (lo mejor de Argentina son las calles cuadriculadas, por eso las argentinas se pierden en todo el mundo).

    ¿La cabeza es una extremidad? Piensa Ruby. Porque debería. Los letreros la ayudan a orientarse, le evitan laberintos, callejones sin salida. Pero un letrero siempre deja leer entre líneas una nostalgia: la de la desorientación que acechaba. Ruby pasa sus días buscando formas de perderse. Su única constante es la intensidad.