"Cuando los cazadores de tesoros piensan en túneles, tienen en mente que al final del corredor encontrarán oro, pero hay cientos de túneles excavados por los japoneses como parte de su red defensiva que sólo esconden balas y huesos".Historiador filipino.
Elementos: La II Guerra Mundial El Ejército Imperial Japonés Una operación dirigida por el príncipe Hirohito Saqueos Un general japonés apodado "El tigre de Malasia" Un tesoro 175 búnkeres 7100 islas: Filipinas Una rendición ante los norteamericanos Una muerte por pena capital Buscadores de tesoros La fortuna del dictador Ferdinand Marcos Un juicio Más muertes Entonces, la leyenda cuenta que el imparable avance del Ejército Imperial Japonés saquea las riquezas de 12 países asiáticos y que, cuando el triunfo del contingente aliado al mando del general Douglas MacArthur es inevitable, ordenan al General Tomoyuki Yamashita (1888-1946) esconder el incalculable tesoro fruto de estas operaciones. Lo hace enterrándolo en 175 cuevas, túneles y búnkeres dispersos en las 7100 islas que conforman Filipinas. Yamashita se rinde ante las autoridades norteamericanas un día que -según el filipino Domingo Pahigon, un miembro de la tribu ifugao, quien a sus 90 años de edad se presenta como el último testigo vivo de aquél día histórico- vestía una "amerikana" e iba descubierto, sin gorro o sombrero, en aquella ocasión. El mariscal es condenado a la pena capital por ahorcamiento -una muerte muy deshonrosa en el código militar nipón- por crímenes de guerra cometidos durante el período de la II Guerra Mundial. Aparentemente fue un juicio vergonzoso porque encarnó más la venganza personal del general Douglas MacArthur, que la evaluación objetiva de su accionar en ese período. Desde hace unos 70 años muchos cazadores de tesoros han intentado encontrar al menos una parte de ese botín. Entre ellos, un profesional en estos asuntos: Rogelio Roxas afirmó en 1970 que había encontrado un buda de oro sólido de tres pies de alzada en Baguio, la llamada capital veraniega de Filipinas, donde Yamashita se refugió tras perder Manila. Roxas inició un juicio al dictador filipino Ferdinand Marcos, quien la habría robado parte del botín, y cuya fortuna parece basarse en este tesoro. Roxas muere en un confuso episodio y gana el juicio en ese orden. La mujer de Ferdinand, Imelda Marcos, desarrolla una extensa colección de zapatos que guarda en varias de las casas secretas de la familia que son ahora destino turístico. Imelda decora también sus casas con autorretratos que le hace su primo, el fotógrafo Steve Tirona, en los que se la ve sosteniendo un pescado por la cola, saliendo vestida de un jacuzzi o recostada en el mar, recitando dios sabe qué mientras los tiburones la rondan y detrás, como una promesa despreciada, hay un hermoso zapato de taco alto, dorado.